En este artículo, Lucía Martínez Villalba, veterinaria de nuestro Centro Veterinario de Pozuelo de Alarcón, nos describe un caso clínico que se resolvió satisfactoriamente, explicando las pruebas diagnósticas realizadas y el procedimiento que se siguió para garantizar el bienestar del animal de compañía.
Acudió a consulta un perro macho de 2 años de edad y 5 kg de peso que presentaba abundante secreción ocular color amarillo-verdosa en el ojo izquierdo. La aparición del cuadro fue espontánea y rápida, apareciendo aproximadamente 4 horas después de un paseo por el parque. La propietaria indicó que el animal presentaba prurito y se había estado intentando rascar con las extremidades anteriores. El paciente no tenía antecedentes de patologías oculares.
Se realizó una exploración física general completa y minuciosa en la cual todos los parámetros se encontraron dentro de la normalidad y posteriormente se centró el estudio en el órgano afectado.
La exploración oftalmológica fue normal en el ojo derecho y todo lo contrario en el izquierdo. El ojo izquierdo presentaba conjuntivitis severa con abundante exudado muco-purulento, hiperemia y dolor a la manipulación del ojo (Ilustración 1).
Se indicó a los propietarios que para una exploración completa y una correcta praxis era necesaria la sedación del animal.
Se realizó un protocolo de sedación seguro (dexmedetomidina y butorfanol) para la manipulación correcta del paciente.
Pruebas diagnósticas que realizamos:
En primer lugar, y para no contaminar el contenido, se tomó una muestra del exudado para valorar las posibles alteraciones significativas con una citología teñida con Diff-Quick (Ilustración 2 y 3). Gracias a la observación mediante microscopio se vieron abundantes células conjuntivales con bacterias (cocos) en su interior y presencia de gran cantidad de células inflamatorias, en concreto, neutrófilos.
En segundo lugar, se realizó el test de Schirmer para valorar la cantidad de lágrima producida, siendo favorable en los dos ojos.
En tercer lugar, se aplicó la tira para realizar el test de fluoresceína con el que se confirmó que no existían úlceras corneales. Dicha prueba diagnóstica se realizó en ambos ojos ya que estos procesos dan lugar a prurito y puede haber lesiones en ambos ojos debidas a auto- traumatismos.
Una vez realizadas todas estas pruebas diagnósticas se realizó una exploración completa del ojo izquierdo gracias a la cual se encontró entre la conjuntiva palpebral inferior y el tercer párpado un cuerpo extraño, en este caso, una espiga.
Tratamiento:
Para comenzar el plan terapéutico se retiró la espiga mediante unas pinzas y se realizó un lavado ocular exhaustivo con solución BSS estéril para conseguir retirar todo material orgánico que pudiera quedar e hidratar el ojo.
En cuanto al tratamiento ambulante, consistió en el uso de diferentes colirios tópicos antibióticos y antiinflamatorios para conseguir por un lado, retirar la infección y, por otro, disminuir la inflamación de la conjuntiva, ambos procesos previamente diagnosticados con la prueba citológica.
Seguimiento:
A las 24 horas el paciente ya conseguía abrir el ojo y no presentaba tanta cantidad de exudado. A la semana post-inicio del tratamiento, la patología ocular estaba resuelta, y durante los 3 meses que se realizaron revisiones periódicas no hubo recaídas.
Conclusiones:
Las conjuntivitis bacterianas secundarias a cuerpos extraños son más frecuentes de lo que aparentemente se cree, por ello, es fundamental realizar la completa exploración del ojo, en ocasiones bajo sedación, para valorar la totalidad de dicho órgano.