Nuestra veterinaria Cristina López, de la clínica veterinaria situada en la calle Islas Marshall, 3, nos explica un caso complejo de una infección bacteriana secundaria a un cuerpo extraño: una espiga.
Historia Clínica
Acude a consulta Lía, una perrita mestiza de 4 años con episodios de estornudos desde hace dos semanas. Estuvo paseando por el parque, y la propietaria no sabía si se le podía haber metido algo en la nariz.
Lía es una perra muy nerviosa, por lo que se decide sedar a la paciente, y bajo esta sedación, se procede a realizar una exploración exhaustiva. Mediante una rinoscopia descartamos la presencia de espigas o cuerpos extraños en ambos orificios nasales.
Tras una semana con tratamiento sintomático acude de nuevo a consulta al no cesar estos estornudos, presentando además molestias en el canino izquierdo cuando come o muerde sus juguetes.
Diagnóstico
En esta segunda consulta se realiza una exploración odontológica completa y se observa que la encía que rodea al canino está retraída y con signos de infección (inflamación y enrojecimiento) dejando expuesta la raíz del diente. Se estipula que el tratamiento de elección es la exodoncia de la pieza dentaria debido a la gran afectación de la misma.
Tratamiento
Tras una analítica sanguínea, se procede a llevar a Lía a quirófano, donde se la somete a una anestesia general con un control multiparamétrico de todas sus constante vitales, que nos permita realizar la exodoncia segura y sin dolor para la paciente. Una vez retirada la pieza vimos en el interior de la cavidad una espiga que se había alojado entre el canino y la encía, causando esta sintomatología adversa tanto en la boca como en la nariz.
Limpiamos y desinfectamos el absceso y una vez recuperada de la anestesia, le administramos el tratamiento antibiótico y antiinflamatorio y pautamos la continuación para casa.
Comentarios
Con la llegada del buen tiempo y el calor, las plantas del campo se secan y encontramos las espigas. Que son especialmente peligrosas por su forma aserrada y punzante, que facilita su entrada por diversos orificios como los oídos o las narinas e incluso a través de la piel (sobre todo entre los dedos). Una vez que entran, es muy difícil que vuelvan a salir, y generalmente migran a otras zonas del cuerpo.
En este caso a Lía se le introdujo la espiga por la boca, quedando alojada en el diente y migrando hasta la raíz del canino, causando infección y molestias al comer y estornudos persistentes durante semanas.
Es recomendable que, tras un paseo por el campo o parque con nuestros peludos, revisemos bien sus patitas, pelo, orejas y oídos por si se ha podido colar alguna espiga o cuerpo extraño que pueda producir algún problema en esta zona.