Ana Elena es veterinaria del Grupo Peñagrande y hoy nos cuenta la historia de Guti, muy importante porque de no realizar pruebas diagnósticas y haber pensado que era otra espiga, no se hubiese podido tratar su dolencia:
Recibimos en consulta a Guti, un Golden Retriever de 11 años que acude a consulta por un “bultito” en la zona interdigital de la extremidad anterior izquierda.
En la exploración física de Guti no se encontró ningún hallazgo significativo salvo la masa interdigital. Los dueños referían que juega mucho en el campo y que ya había sucedido en otras ocasiones que se le habían clavado espigas en esa misma zona de ambas extremidades anteriores, desencadenando la formación de esos “bultos” que le generaban mucho picor y malestar en la pata. En esta ocasión los dueños incidieron notablemente que el perro no había presentado la sintomatología típica ya que dormía bien por las noches, se lamía la zona, pero no en exceso y apoyaba la extremidad en su totalidad.
Dada esta situación, decidimos rapar la zona para valorar bien el tejido y la piel.
Parece un absceso provocado por una espiga:
Macroscópicamente, la masa tenía un aspecto muy similar al absceso que se genera tras la introducción de una espiga o cualquier otro cuerpo extraño. Estuvimos observando la posible entrada/salida del cuerpo extraño o cualquier canal de fistulización que este hubiese provocado. No conseguimos dar con él.
Se propone citología:
A la palpación, el animal no presentaba ningún tipo de dolor o molestia, por lo que sugerimos la opción de realizar una citología para cerciorar que fuese un cuerpo extraño y, en el caso que no lo fuese, poder analizar si las células de esa masa podían tener un origen tumoral.
Los dueños accedieron a la realización de dicha prueba.
Diagnóstico:
Nuestro servicio de anatomopatología concluyó que las células encontradas eran compatibles con neoplasia conjuntiva con signos citológicos de malignidad moderada. Gracias a ese diagnóstico, hemos podido comenzar con un protocolo oncológico.